Sevillano, principal representante junto a Francisco Guerrero de la “escuela andaluza” de la polifonía española del s. XVI. Ocupó los cargos de maestro de capilla en Ávila, en Plasencia y en Toledo, y de cantor en la capilla Sixtina y en Málaga. Estando en el Vaticano fue el elegido para componer una cantata a seis voces, “Jubilate Deo omni terra”, para conmemorar el tratado de paz firmado en Niza entre Carlos V y Francisco I. Su obra, que se difundió con rapidez por Europa, comprende además de algunos madrigales, libros de misas, motetes, villancicos y romances y como obras cumbres sus Lamentaciones y su Magnificat. Propenso a la novedad, en tres de sus misas utiliza temas no litúrgicos (procedimiento parodia). De estilo sobrio, austero y recogido, es fiel a su lema: “Toda música que no sirve para honrar a Dios o para enaltecer los pensamientos y sentimientos de los hombres, falta completamente a su verdadero fin”.
2/08/2017
Cristóbal de Morales
Sevillano, principal representante junto a Francisco Guerrero de la “escuela andaluza” de la polifonía española del s. XVI. Ocupó los cargos de maestro de capilla en Ávila, en Plasencia y en Toledo, y de cantor en la capilla Sixtina y en Málaga. Estando en el Vaticano fue el elegido para componer una cantata a seis voces, “Jubilate Deo omni terra”, para conmemorar el tratado de paz firmado en Niza entre Carlos V y Francisco I. Su obra, que se difundió con rapidez por Europa, comprende además de algunos madrigales, libros de misas, motetes, villancicos y romances y como obras cumbres sus Lamentaciones y su Magnificat. Propenso a la novedad, en tres de sus misas utiliza temas no litúrgicos (procedimiento parodia). De estilo sobrio, austero y recogido, es fiel a su lema: “Toda música que no sirve para honrar a Dios o para enaltecer los pensamientos y sentimientos de los hombres, falta completamente a su verdadero fin”.
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