12/21/2017

Las artes en el Barroco


Durante mucho tiempo, el estilo Barroco fue considerado una simple degeneración del Renacimiento. Incluso su nombre, proviene de la palabra portuguesa “berrueco”, que era como se denominaba las perlas irregulares o menos bellas. En principio en el Barroco se conservaron muchas formas del Renacimiento, pero usadas de una manera mucho más libre, como si no se respetaran las normas clásicas que habían regido durante el Renacimiento. El Arte se llenó de fantasía, adorno y movimiento. 


Nuestros ojos de personas del siglo XXI, están acostumbrados a casi todo tipo de formas y estilos, pero edificios como Il Gesú de Roma, resultaron revolucionarios en su época. Su arquitecto, Giacomo della Porta construyó una ingeniosa fachada en la que todos los elementos “clásicos” -pilastras, columnas, arcos, cornisas-, desafían las normas que todo arquitecto debía respetar. Un frontón triangular está dentro de otro semicircular, donde apenas hay espacio se colocan dos gigantescas pilastras, se abren nichos para luego dejarlos vacíos de decoración. Es como si la “lógica” clásica fuera sustituida por la fantasía más desbordante.

Uno de los rasgos más llamativos de los edificios barrocos es el gusto por “lo curvilíneo”, las formas se ondulan, los muros parecen moverse, los frontones clásicos se parten y llenan de líneas cóncavas y convexas, las columnas se agigantan o vuelven diminutas. Todo parece un juego arquitectónico. La luz se usará para potenciar las fachadas y los interiores, en los que se ocultan claraboyas y luces interiores. Las cubiertas de los edificios se decoran con frescos que sugieren el cielo abierto e invitan al espectador a mirar al espacio infinito.

La decoración se multiplica y convierte en protagonista, tapando en muchas ocasiones a la propia arquitectura, así ocurre en el llamado estilo churrigueresco. Las columnas también parecen sugerir el movimiento y la fantasía características del estilo, gracias a la ampliación de su tamaño (orden gigante) o al retorcimiento de su fuste (columna salomónica).

El urbanismo barroco se interesó por crear lugares teatrales, espacios escenográficos, por ello las plazas, fuentes y fachadas cobran especial interés. Las fachadas intentan llamar la atención de los paseantes, siendo en muchas ocasiones independientes de estilo y características del edificio que anuncian. Las plazas se convirtieron en lugares amplios, de perspectivas grandiosas.


El estilo Barroco estuvo marcado por la lucha religiosa entre protestantes y católicos. Unos predicaban que el Arte se volviera más sobrio, menos ostentoso, y los otros preferían obras deslumbrantes y fastuosas como medio de transmisión de la fe.

Los escultores del Renacimiento habían conseguido reflejar la realidad, pero siempre intentando embellecerla, idealizando aquellos aspectos que pudieran ensombrecer su idea de lo Bello. En el s.XVII los escultores llevan al mármol, al bronce o la madera, la vida misma, sin matices. Cualquier momento cotidiano resulta de interés para el escultor, cualquier emoción del ser humano le sirve de inspiración: el dolor máximo de un asceta en el desierto, la ira de un personaje bíblico o mitológico, la belleza de un desnudo o el horror de un martirio.



Para resultar más convincentes, las posturas preferidas son las que sugieren movimiento, acción. Brazos y piernas aparecen impulsados hacia fuera por una fuerza poderosa, los rostros contraen sus facciones, los ojos miran al cielo, cabellos y barbas se llenan de volumen y agitación. Incluso, en las esculturas de madera, se añade la policromía y los postizos (ojos de cristal, uñas de asta, cabello natural,etc) para intentar crear la “ilusión de realidad”.

Lorenzo Bernini creó un “David” poderoso, como el que había esculpido tiempo atrás Miguel Ángel Buonarroti, pero este último no aparece meditando, sino en plena acción: lanzando la honda con la que vencerá al gigante Goliat.



España vivió un momento dorado en el s.XVII con extraordinarios escultores como Gregorio Fernández o Pedro de Mena. El poder que tuvo la Iglesia en la España barroca fue inmenso, por eso los temas religiosos son los predominantes en nuestro país. Pasos de Semana Santa, altares, se convierten en mensajes tallados a golpe de gubia. La teatralidad es máxima. El fiel-espectador se conmueve de manera inevitable al observar a Cristo o la Virgen sufriendo como un hombre y una mujer cualquiera.


En los primeros años del s.XVII, especialmente en Italia, gustaba hablar de arte. Grupos de personas cultas discutían y se hacían preguntas como qué modelo debían seguir los artistas de su época, si la pintura era mejor que la escultura o si el dibujo era más importante que el color. Grandes maestros de finales del Renacimiento como El Greco o los integrantes de la Escuela veneciana (Tintoretto, Veronés, Tiziano) habían creado obras tan innovadoras, que el debate era inevitable.


El estilo barroco, que pretendía recrear la realidad, encontró en la pintura un campo perfecto para la Ilusión. Se trataba de sugerir la vida y todos sus matices sobre la tela de un lienzo, o, en el caso de los frescos, sobre los muros de un templo; los pintores buscaron fórmulas que permitieran ese reto difícil y apasionante. Para ello se liberaron de la simetría del Renacimiento, de las composiciones geométricas, de las actitudes contenidas, de la iluminación compensada, de la idealización de los rostros. Se decantaron por la expresividad y el movimiento.

Las composiciones preferidas fueron las radiales, las figuras parecen impulsadas de un punto central a las diagonales; lo feo, lo viejo, antes evitado, se incluye en las escenas como parte integrante de la realidad.

El color más que la línea, se convierte en protagonista de la pintura; pinceladas sueltas, mucho más libres, hechas a trazos rápidos, consiguen un efecto final que parece invitarnos a entrar en el lienzo.

La luz se utilizará en muchos casos para añadir dramatismo, para construir espacios iluminando intensamente unos elementos, y dejando en la penumbra casi absoluta otros.


Es época del hedonismo de Rubens, de la captación del aire de Velázquez, del naturalismo absoluto de Caravaggio, y de la quietud de Vermeer. La vida, con todos sus posibles matices fue conquistada para protagonizar la expresión artística.




 



No hay comentarios: